Ojos que no ven...
Escucho la llave que abre la puerta del departamento de al
lado y unas voces ocupan, casi de forma fĆsica, el espacio mientras esperan del
ascensor. El rumor, fuerte, me lleva al pasado, a viejas discusiones ajenas que escuchƩ en mi infancia. No
puedo evitar bajar el audio de la notebook y escuchar, casi como testigo
presencial, que estaba pasando. Eran mis vecinos venezolanos discutiendo. Veo
que la chica tiene carƔcter. Con cada ruido vuelvo a mis 5 aƱos, o a mis 15 o a mis recientes
36. Me hago pelotita, posiciĆ³n fetal, trato de calmar la respiraciĆ³n, se me humedecen los ojos. Estoy, pared de por medio, “viendo” que pasa.
Madruga del lunes, siento toser a mi otro vecino. Se escucha la TV, fuerte, jurarĆa que con una pelĆcula de acciĆ³n. Me lo imagino matando el insomnio. Tantas veces he hecho eso que aprendĆ a reconocer a uno de los mĆos. No lo veo. Hay una pared. Pero estoy ahĆ.
En el subte mientras llego al trabajo un grupo de amigos
hablan. Sus voces altas tapan el ruido de los rieles, se adueƱan del lugar.
Escucho sus chistes, sus anƩcdotas, sus dichos sobre alguien que no estƔ en ese
lugar. No los veo. No hay una pared pero no puedo levantar la vista. Estoy
ahĆ, participando entre ellos. Sin mirar.
Hace unos dĆas hablaba con alguien, cuya presencia me da una tranquilidad que hace tiempo no sentia, y me di
cuenta que me cuesta sostener la mirada cuando yo soy el protagonista de una conversiĆ³n.
No importa si buena o mala, pero no puedo evitar mirar hacia un punto vacĆo, a
la pared, a mis uƱas mientras me pellizco y arranco la piel. Escucho,
escucho todo, pero no puedo mirar. Tampoco hay una pared, pero no la veo,
aunque sin dudas estoy ahĆ.
Recuerdo que esa noche terminĆ© mirando varias fotos pero me llamĆ³ la atenciĆ³n una en particular. En un patio hay un grupo de amigos hablando, seguramente en una situaciĆ³n similar a la que contĆ© del subte. Un poco mas allĆ”, una pared, otro patio, otra mesa, y una persona sola. Me vi reflejado. HabĆa pared, no veĆa, pero seguramente escuchaba, y con cierta envidia, se sentĆa ahĆ.
Recuerdo que esa noche terminĆ© mirando varias fotos pero me llamĆ³ la atenciĆ³n una en particular. En un patio hay un grupo de amigos hablando, seguramente en una situaciĆ³n similar a la que contĆ© del subte. Un poco mas allĆ”, una pared, otro patio, otra mesa, y una persona sola. Me vi reflejado. HabĆa pared, no veĆa, pero seguramente escuchaba, y con cierta envidia, se sentĆa ahĆ.
Que mala frase esa de “ojos que no ven…”. ¿Mira si este
corazĆ³n, con sangre pesada por la glucosa, preocupado, negado, no
va a sentir? No tenƩs ni idea! Late, corre y siente. No hay pared que lo
tape, para eso esto yo.
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