No entiendo tus ojos, ni tu voz adivino...
Creo que le he dedicado mucho espacio en este blog a los vacĆos. Parece algo contradictorio pero he llenado este lugar de caracteres que tratan de explicar las faltas.
En estos dĆas puedo identificar sin pestaƱar, sin tomarme un mĆnimo segundo para dudar, los vacĆos que me acompaƱan en mis dĆas. Son infinitos pero ese rato que me lleva caminar ocho cuadras a la tarde son de los peores que recuerdo. Entiendo que tambiĆ©n son los recientes, que la sensaciĆ³n de actualidad le agrega mucho mĆ”s peso, pero al menos deberĆa aceptar que son minutos que estĆ”n entre los tres primeros momentos.
Llegar a casa. Dejar el bolso en el sillĆ³n. Caminar a la habitaciĆ³n. Sentarme en la cama. Cruzar los pies y sacarme el primer zapato. La primer medias. Masajearme con mis manos la planta del pie derecho. Se lee tan desagradable como triste. Mirar la puerta cerrada del placard. Pensar. Repasar imĆ”genes como si fueran fotos. Poner postura de buen perdedor. Aceptar. Sentir en el fondo que esto no puede ser todo. Que algo mĆ”s debe haber. Que las cosas nunca quedan asĆ. O que al menos no deberĆan.
Luego resignarme, sacarme el otro zapato. La otra media. Caminar descalzo al living. Buscar la complicidad del ruido de la tele para que no me aturda el silencio. Sentarme en el sillĆ³n. Pensar. Sentir cosquillas. Querer llorar sin poder. Hacer repaso. Resignarme. Nuevamente pensar que deberĆa haber mĆ”s, que si tan solo pudiera estirar un poco mĆ”s la agonĆa. Darme cuenta que miento peor de la que pensaba.
Luego catarata de desengaƱo. BaƱo de realidad. PestaƱar un par de veces mƔs.
Por suerte ya es maƱana. Aunque atrasarĆa los dĆas. RetrocederĆa cada uno de sus segundos para que el almanaque no avance. Ya no es mi momento de volver al pasado pero darĆa tanto, tanto, porque siga siendo hoy. Me da miedo maƱana. Y maƱana ya estĆ” acĆ”. Ya me toca timbre. Ya llamĆ³ al ascensor. Ya marcĆ³ el cuarto piso, y hasta ese ruido de puerta de reja es ella a punto de buscar el departamento “i”. Ya estĆ” acĆ”. No sirve decir no estoy. Tiene llaves. Entra.
No encuentro ni el regreso ni el camino. No entiendo tus ojos, ni tu voz adivino…
En estos dĆas puedo identificar sin pestaƱar, sin tomarme un mĆnimo segundo para dudar, los vacĆos que me acompaƱan en mis dĆas. Son infinitos pero ese rato que me lleva caminar ocho cuadras a la tarde son de los peores que recuerdo. Entiendo que tambiĆ©n son los recientes, que la sensaciĆ³n de actualidad le agrega mucho mĆ”s peso, pero al menos deberĆa aceptar que son minutos que estĆ”n entre los tres primeros momentos.
Llegar a casa. Dejar el bolso en el sillĆ³n. Caminar a la habitaciĆ³n. Sentarme en la cama. Cruzar los pies y sacarme el primer zapato. La primer medias. Masajearme con mis manos la planta del pie derecho. Se lee tan desagradable como triste. Mirar la puerta cerrada del placard. Pensar. Repasar imĆ”genes como si fueran fotos. Poner postura de buen perdedor. Aceptar. Sentir en el fondo que esto no puede ser todo. Que algo mĆ”s debe haber. Que las cosas nunca quedan asĆ. O que al menos no deberĆan.
Luego resignarme, sacarme el otro zapato. La otra media. Caminar descalzo al living. Buscar la complicidad del ruido de la tele para que no me aturda el silencio. Sentarme en el sillĆ³n. Pensar. Sentir cosquillas. Querer llorar sin poder. Hacer repaso. Resignarme. Nuevamente pensar que deberĆa haber mĆ”s, que si tan solo pudiera estirar un poco mĆ”s la agonĆa. Darme cuenta que miento peor de la que pensaba.
Luego catarata de desengaƱo. BaƱo de realidad. PestaƱar un par de veces mƔs.
Por suerte ya es maƱana. Aunque atrasarĆa los dĆas. RetrocederĆa cada uno de sus segundos para que el almanaque no avance. Ya no es mi momento de volver al pasado pero darĆa tanto, tanto, porque siga siendo hoy. Me da miedo maƱana. Y maƱana ya estĆ” acĆ”. Ya me toca timbre. Ya llamĆ³ al ascensor. Ya marcĆ³ el cuarto piso, y hasta ese ruido de puerta de reja es ella a punto de buscar el departamento “i”. Ya estĆ” acĆ”. No sirve decir no estoy. Tiene llaves. Entra.
No encuentro ni el regreso ni el camino. No entiendo tus ojos, ni tu voz adivino…
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