Un invierno Argentino, o dos, o tres...
No tengo ni el menor recuerdo de lo que hacia la noche del 7 de Julio de 1990. La previa a la final del Mundial de Italia.
Todas las certezas surgen por una cuestiĆ³n de conclusiones, de sumar, de relacionar, de asociar momentos.
SĆ© que estaba en la casa de mi abuela. SĆ© que no estaba enfermo. Es muy probable que me haya acostado tarde. Es muy probable que unas de las Ćŗltimas cosas que haya hecho fuera mirar mi Ć”lbum de figuritas Panini incompleto. Repasarlo. Leer el fixture completado con lapicera, con letra de nene, ver como llegamos desde ese partido olvidable, aunque inolvidable, con CamerĆŗn, hasta la previa de la final en el OlĆmpico de Roma.
Supongo al dĆa siguiente lo esperaba nervioso. LĆ³gico, era mi primer final consciente de un Mundial de FĆŗtbol. Era el momento en el cual, ya en su ocaso, descubrĆa a Maradona. Eran los momentos que salĆa a jugar a la pelota disfrazado de arquero y que ante cada atajada de un penal decĆa “Goycooooocheeeeeaaaa”.
SĆ© que estaba a meses de cumplir once aƱos. Y tambiĆ©n se, que si a ese nene que dormĆa hace 24 aƱos en una casa perdida de Punta Alta, que iba a quinto grado, que miraba el futuro con inconsciencia pero tambiĆ©n con temor, alguien le mostrara todo lo que iba a hacer en los aƱos prĆ³ximos su respuesta, sin dudar, hubiese sido “de verdad? donde firmo?”.
Ćste, el que escribe hoy, quizĆ”s no tan consciente del privilegio que tuvo durante este tiempo, ya a meses de cumplir 35 aƱos, sĆ© que estĆ” fumando, que se dormirĆ” tarde, que en breve va espiar su Ć”lbum de figuritas Panini, incompleto como aquel, esperando, tambiĆ©n con nervios, que maƱana sea un buen dĆa. Ya sin la casa de su abuela, sin aquel televisor Telefunken color, sin su quinto grado de la primaria a la maƱana, sin hogar con ruido, sin mascotas, aunque en parte con la misma inconsciencia de que pasarĆ” en el futuro, y con los mismos miedos.
Tambien sƩ que en el 90, al igual que ahora, tampoco estabas vos.
MaƱana a las 16hs serĆ” mi segunda final de mundial consciente, la tercera desde que nacĆ. Nada mal para mis 34 aƱos.
MaƱana a las 16hs serĆ” un domingo mĆ”s, como tantos pasadas, como tantos que vendrĆ”n. Y con la esperanza, o la esperanza de tener esperanza, de que si me cruzo en mis sueƱos con un tipo parecido a mĆ pero 24 aƱos mĆ”s viejo, y me dice que a mis 58 aƱos voy a tener todo lo que llegue a tener, mi cara y mi respuesta sea como la de ese nene: “de verdad? donde firmo?”.
Todas las certezas surgen por una cuestiĆ³n de conclusiones, de sumar, de relacionar, de asociar momentos.
SĆ© que estaba en la casa de mi abuela. SĆ© que no estaba enfermo. Es muy probable que me haya acostado tarde. Es muy probable que unas de las Ćŗltimas cosas que haya hecho fuera mirar mi Ć”lbum de figuritas Panini incompleto. Repasarlo. Leer el fixture completado con lapicera, con letra de nene, ver como llegamos desde ese partido olvidable, aunque inolvidable, con CamerĆŗn, hasta la previa de la final en el OlĆmpico de Roma.
Supongo al dĆa siguiente lo esperaba nervioso. LĆ³gico, era mi primer final consciente de un Mundial de FĆŗtbol. Era el momento en el cual, ya en su ocaso, descubrĆa a Maradona. Eran los momentos que salĆa a jugar a la pelota disfrazado de arquero y que ante cada atajada de un penal decĆa “Goycooooocheeeeeaaaa”.
SĆ© que estaba a meses de cumplir once aƱos. Y tambiĆ©n se, que si a ese nene que dormĆa hace 24 aƱos en una casa perdida de Punta Alta, que iba a quinto grado, que miraba el futuro con inconsciencia pero tambiĆ©n con temor, alguien le mostrara todo lo que iba a hacer en los aƱos prĆ³ximos su respuesta, sin dudar, hubiese sido “de verdad? donde firmo?”.
Ćste, el que escribe hoy, quizĆ”s no tan consciente del privilegio que tuvo durante este tiempo, ya a meses de cumplir 35 aƱos, sĆ© que estĆ” fumando, que se dormirĆ” tarde, que en breve va espiar su Ć”lbum de figuritas Panini, incompleto como aquel, esperando, tambiĆ©n con nervios, que maƱana sea un buen dĆa. Ya sin la casa de su abuela, sin aquel televisor Telefunken color, sin su quinto grado de la primaria a la maƱana, sin hogar con ruido, sin mascotas, aunque en parte con la misma inconsciencia de que pasarĆ” en el futuro, y con los mismos miedos.
Tambien sƩ que en el 90, al igual que ahora, tampoco estabas vos.
MaƱana a las 16hs serĆ” mi segunda final de mundial consciente, la tercera desde que nacĆ. Nada mal para mis 34 aƱos.
MaƱana a las 16hs serĆ” un domingo mĆ”s, como tantos pasadas, como tantos que vendrĆ”n. Y con la esperanza, o la esperanza de tener esperanza, de que si me cruzo en mis sueƱos con un tipo parecido a mĆ pero 24 aƱos mĆ”s viejo, y me dice que a mis 58 aƱos voy a tener todo lo que llegue a tener, mi cara y mi respuesta sea como la de ese nene: “de verdad? donde firmo?”.
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