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Lo único que quería

Lo único que quería era estar ahí cuando te enfermes. Verte con los ojos hinchados. La piel blanca. Levantando tibiamente los pies del suelo mientras se escuchaba el ruido que hacen las pantuflas al arrastrarse por el piso. Ver como te sentías querida al saber que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para que mejores. Al verme pelear con los médicos, salir a la farmacia de turno a las 3 de la mañana en un Julio imposible de sobrevivir ni siquiera con el calor que sale de una olla llena de polenta en ebullición.
Lo único que quería era verte en una noche de larga de un día largo ayudándolos a terminar de pintar el mapa político que se acordaron a hacer a último momento para la clase de geografía del jueves. Y ver como a pesar de tú enojo les sonreís.
Lo único que quería era verte reír. Sentir el apretón fuerte en mis manos cuando lo ves debutar en el segundo tiempo de un clásico ante Huracán por la segunda fecha del preparación. No gritar, no aplaudir, no llorar, solo ese apretón fuerte que sin decir me dice “lo estás viendo? No lo puedo creer”.
Lo único que quería era poner cara de imbécil cuando apago la tele a las 2 de la mañana y mientras me preparo para dormir decido quedarme media hora más viendo como lo haces vos.
Lo único que quería es seguir teniendo la excusa perfecta para abrazarte luego de despertarme para ir al baño a mitad de la madrugada.
Lo único que quería es ser muy muy viejo para poder salir a caminar de la mano y sentir ese apretón fuerte fuerte como aquella vez en la cancha hace ya muchísimos años. Quería sentir la plenitud de lo que hicimos en este tiempo. De los consejos dados y recibidos.
Lo único que quería era acompañarte a la terminal para que tomes el colectivo a La Plata porque algunos de ellos van creciendo y dicen “te necesito”. Verte dispuesta a tomar los colectivos que sean necesarios, en plena madrugada, cuando nos enteremos que alguien les rompió el corazón.
Lo único que quería era ver hacia atrás y reírnos a más no poder de estos meses idiotas que nos tocaron vivir. De las cosas no dichas, de los silencios prolongados, del querer hacer pero no hacerlo para no lastimar, de los miedos que aún, después de tantos años, conviven con nosotros. Del saber que estuvieran, están y van a seguir estando pero que ya sabemos que se puede hacer algo con ellos. Que se puede saborear una victoria y ver el reflejo de ella en los ojos del otro.
Lo único que quería es que seas mi espejo de cada mañana. De que seamos lo primero que vemos antes de lavarnos la cara. Quería sentir que a esta altura ya el viento no tiene lugar entre nosotros, que nos pega y se rompe a cada lado pero que por el medio ya no puede pasar.
Lo único que quería era sentir, otra vez, el apretón de tu mano ante cada mujer, hecha y derecha, que te dice “hola profe” mientras caminamos por las góndolas del shopping. Y hasta quizás seguir haciendo el mismo chiste idiota sobre ese lugar.
Lo único que quería era no pedir por favor que me quieran. Quería que no me pidas que me rinda. Que, como me dijiste alguna vez, no me límites...

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