Conquista
De golpe me encontrĆ© con esta foto en mi telĆ©fono y al verla me di cuenta que no podĆa hacer otra que no fuera bajarla a la compu, subirla al blog, y agregarle algunas palabras. La seƱorita de la foto se llama Julieta. AsĆ como el jueves primero de Mayo pasĆ³ su primer mes conmigo, esta vez las casualidades quisieron que el domingo primero de Junio tambiĆ©n tenga que resignarse ante la presencia de mis inusuales 68kg. Debe ser algo asĆ como la tercera o cuarta seƱorita que duerme en mi nuevo colchĆ³n pero sin lugar a dudas en mi mejor conquista.
Cada dos renglones que escribo vuelvo la pantalla atrĆ”s y me quedo mirando la foto. Me pregunto que hacĆa en ese momento. Claro, el lector rĆ”pido y prĆ”ctico dirĆ” “durmiendo boludo!”. Y sĆ, tiene razĆ³n. Pero lo que en realidad me gustarĆa saber es en que mundo estaba, cual era el sueƱo que recorrĆa. Cual fue el motivo de tanta paz. Porque yo sentĆa esa paz al lado suyo. Por eso me dormĆ. Es un poco triste pensar que no recuerdo que estaba haciendo cuando cumplĆ dos meses. No es triste por no recordarlo, sino que lo es porque sĆ© que nunca mĆ”s podrĆ© sentirlo.
SĆ sĆ© que hacĆa yo durante esa foto. Yo dormĆa. Yo soƱaba. Yo soƱaba a pesar de preguntarme casi cotidianamente como “vuelvo del mundo de los sueƱos cansados”; a pesar de preguntarme donde consigo una bicicleterĆa que me arregle esta rueda con tantos palos metidos en los rayos; a pesar de no encontrar farmacia de turno que venda las suficientes curitas para cubrir mis rodillas raspadas. En mi sueƱo iba en un ascensor. En uno de esos viejos, que no tienen puertas sino rejas que permiten ver y que te vean. Me invadiĆ³ una sensaciĆ³n de impotencia cuando me di cuenta que conocĆa a las personas que vivĆan en cada uno de los pisos pero en ninguno podĆa parar. El ascensor no detenĆa su marcha hacia arriba y mis ojos se quedaban mirando hacia abajo tratando inĆŗtilmente de no perder la imagen y el recuerdo que esos pisos pasados me traĆan. Y asĆ pasĆ³ el 1ro, el 2do, el 3ro. ParĆ© en el sĆ©ptimo con una sensaciĆ³n de derrota como nunca antes. Dos segundos antes de bajarme vi algo que antes no pude. Me di cuenta que en la pared del ascensor habĆa una botonera, y que presionando cada uno de esos botones podĆa regresar a cada uno de los lugares pasados que quisiera. Y entonces no bajĆ©, comencĆ© a apretar los botones del pasado. ParĆ© en el primer piso, vi, saludĆ© y reĆ junto a mucha gente. Y en cada uno de los pisos siguientes me pasĆ³ lo mismo. Claro, algunos departamentos, por mĆ”s que pasĆ© horas tocando el timbre y hasta pateando la puerta, nunca abrieron. Algunos eran departamentos de verano y en Mar del Plata ya estamos viviendo el largo invierno de 9 meses. Me hubiese gustado encontrar alguien ahĆ.
En mi sueƱo tambiĆ©n me di cuenta que en este momento quiero algo fĆ”cil. Ya sĆ© que lo que vale cuesta, o eso de que “el que quiere a celeste…”, pero yo hoy necesito el abrazo fĆ”cil. No cualquier abrazo, pero sĆ que no cueste tanto. Aunque sea al principio. Tengo las piernas cansadas, no tengo ni ganas ni fuerzas para correr a nadie pero mis ojos no pueden evitar ver solo espaldas. Yo no quiero correr pero los demĆ”s corren. OjalĆ” me escuchen, les estoy gritando con todas mis fuerzas, las cuerdas vocales se esfuerzan mĆ”s que en un festejo de gol de Sporting a Rosario. Como dije, aunque sea al principio. DespuĆ©s los problemas, las idas y vueltas, serĆ”n bienvenidas pero en este momento no. Necesito algo sĆ³lido, concreto, y que respire. No me alcanza un ladrillo.
AsĆ terminĆ³ el sueƱo. Todos corriendo el doble y yo esperando a la mitad. Cuando me despertĆ© vi que estaba nuevamente en mi departamento. Al lado tenĆa el bombĆ³n de la foto, y lamentablemente yo seguĆa con todas mis costillas…
Cada dos renglones que escribo vuelvo la pantalla atrĆ”s y me quedo mirando la foto. Me pregunto que hacĆa en ese momento. Claro, el lector rĆ”pido y prĆ”ctico dirĆ” “durmiendo boludo!”. Y sĆ, tiene razĆ³n. Pero lo que en realidad me gustarĆa saber es en que mundo estaba, cual era el sueƱo que recorrĆa. Cual fue el motivo de tanta paz. Porque yo sentĆa esa paz al lado suyo. Por eso me dormĆ. Es un poco triste pensar que no recuerdo que estaba haciendo cuando cumplĆ dos meses. No es triste por no recordarlo, sino que lo es porque sĆ© que nunca mĆ”s podrĆ© sentirlo.
SĆ sĆ© que hacĆa yo durante esa foto. Yo dormĆa. Yo soƱaba. Yo soƱaba a pesar de preguntarme casi cotidianamente como “vuelvo del mundo de los sueƱos cansados”; a pesar de preguntarme donde consigo una bicicleterĆa que me arregle esta rueda con tantos palos metidos en los rayos; a pesar de no encontrar farmacia de turno que venda las suficientes curitas para cubrir mis rodillas raspadas. En mi sueƱo iba en un ascensor. En uno de esos viejos, que no tienen puertas sino rejas que permiten ver y que te vean. Me invadiĆ³ una sensaciĆ³n de impotencia cuando me di cuenta que conocĆa a las personas que vivĆan en cada uno de los pisos pero en ninguno podĆa parar. El ascensor no detenĆa su marcha hacia arriba y mis ojos se quedaban mirando hacia abajo tratando inĆŗtilmente de no perder la imagen y el recuerdo que esos pisos pasados me traĆan. Y asĆ pasĆ³ el 1ro, el 2do, el 3ro. ParĆ© en el sĆ©ptimo con una sensaciĆ³n de derrota como nunca antes. Dos segundos antes de bajarme vi algo que antes no pude. Me di cuenta que en la pared del ascensor habĆa una botonera, y que presionando cada uno de esos botones podĆa regresar a cada uno de los lugares pasados que quisiera. Y entonces no bajĆ©, comencĆ© a apretar los botones del pasado. ParĆ© en el primer piso, vi, saludĆ© y reĆ junto a mucha gente. Y en cada uno de los pisos siguientes me pasĆ³ lo mismo. Claro, algunos departamentos, por mĆ”s que pasĆ© horas tocando el timbre y hasta pateando la puerta, nunca abrieron. Algunos eran departamentos de verano y en Mar del Plata ya estamos viviendo el largo invierno de 9 meses. Me hubiese gustado encontrar alguien ahĆ.
En mi sueƱo tambiĆ©n me di cuenta que en este momento quiero algo fĆ”cil. Ya sĆ© que lo que vale cuesta, o eso de que “el que quiere a celeste…”, pero yo hoy necesito el abrazo fĆ”cil. No cualquier abrazo, pero sĆ que no cueste tanto. Aunque sea al principio. Tengo las piernas cansadas, no tengo ni ganas ni fuerzas para correr a nadie pero mis ojos no pueden evitar ver solo espaldas. Yo no quiero correr pero los demĆ”s corren. OjalĆ” me escuchen, les estoy gritando con todas mis fuerzas, las cuerdas vocales se esfuerzan mĆ”s que en un festejo de gol de Sporting a Rosario. Como dije, aunque sea al principio. DespuĆ©s los problemas, las idas y vueltas, serĆ”n bienvenidas pero en este momento no. Necesito algo sĆ³lido, concreto, y que respire. No me alcanza un ladrillo.
AsĆ terminĆ³ el sueƱo. Todos corriendo el doble y yo esperando a la mitad. Cuando me despertĆ© vi que estaba nuevamente en mi departamento. Al lado tenĆa el bombĆ³n de la foto, y lamentablemente yo seguĆa con todas mis costillas…
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