Plaza Mitre
Mi primer contacto con esta este lugar fue a principio del 2006. Fue un punto de referencia, me dijeron “¿estas por plaza mitre?” y ahĆ descubrĆ su nombre y su ubicaciĆ³n. Meses despuĆ©s, cuando lleguĆ© definitivamente a esta ciudad, conocĆ sus rincones.
Descriptivamente podrĆa decir que es conocida como la “Plaza de los NiƱos”, ya que tiene una gran cantidad de juegos infantiles, una calesita, y tambiĆ©n la posibilidad de alquilar triciclos, bicicletas, kartings. EstĆ” ubicada en la intersecciĆ³n de las calles ColĆ³n, San Luis, Falucho e HipĆ³lito Irigoyen. Como toda plaza mas o menos importante de la feliz, estĆ” formada por cuatro manzanas y en su centro se destaca un monumento a BartolomĆ© Mitre, realizado en piedra por el escultor CĆ©sar Santiago, mientras que, en la esquina de Av. ColĆ³n e HipĆ³lito Yrigoyen, se encuentra el "Monumento a la Madre".
En el centro de la plaza, lo que serĆa la continuidad de las calles Mitre y Brown, hay seƱales de trĆ”nsito para los chicos que pasean por ahĆ. Senda peatonal, semĆ”foros, carteles de alto, velocidad mĆ”xima… La primera vez que vi ese lugar se me vino a la cabeza la imagen de mis dĆas en Buenos Aires. VivĆa a dos cuadras del hospital Garraham y justo en la esquina de Pichincha y Garay la PolicĆa Federal tenĆa un predio que se utilizaba para enseƱarles a los chicos las seƱales de transito. Digo “tenĆa” porque cuando volvĆ en agosto del 2005 me di cuenta que ese lugar estaba abandonado y todas las cosas que habĆa en esa esquina habĆan sido derrumbadas.
En Plaza Mitre pasĆ© muchos de mis primeros dĆas en esta ciudad tan difĆcil. ¿Tan difĆcil?. TenĆa mi banco preferido, cerca de los juegos infantiles y frente a una escuela privada que estĆ” sobre calle Falucho. Hoy es extraƱo pasar y ver que ese banco estĆ”, pero solo siguen en pie sus soportes, ya que la tabla para sentarse hace meses que alguien la sacĆ³. Cuando lleguĆ© a mardel la mayorĆa de mi tiempo lo pasaba con mi amiga LĆŗ. Es algo que no sĆ© si alguna vez se lo dije pero supongo que lo sabe. Me ayudĆ³ mucho, gran parte mi permanencia acĆ” se la debo a ella. Hoy la veo poco, muy poco. Pero en esos dĆas fue alguien fundamental.
Me acuerdo que casi todas las maƱanas me sentaba en ese banco y a la una de la tarde pasaba a buscarla por la escuela de cocina donde estudiaba. DespuĆ©s era caminar, hablar, reĆr, llorar. Todo comenzĆ³ en esa plaza. El catalĆ”n Joan Manuel Serrat dirĆa “es caprichoso el azar”. Y lo es realmente. Nunca pensĆ© que terminarĆa en este barrio. Al mirar para atrĆ”s son increĆbles las diferencias que encuentro entre ese Ramiro y este. TenĆa muchos pensamientos pesimistas que por suerte no se cumplieron, pero tambiĆ©n tenĆa algunos proyectos que nunca terminĆ© de concretar. “Cuando tenga mi casa me voy a comprar la cafetera elĆ©ctrica, el sĆmbolo de mi felicidad, y una pelota de bĆ”squet” decĆa por ese entonces. Y bueno, la cafetera la tuve pero durĆ³ solo un mes, y la pelota no sĆ©… ya no me motiva tanto. Igual la cancha sigue en la plaza, y cada vez que paso caminando la veo y me acuerdo de esos momentos.
Los edificios que estĆ”n frente a la plaza son increĆbles. No sĆ© si es verdad, pero alguien alguna vez que me dijo que no se dividĆan en departamentos sino que todos eran pisos completos. Una zona muy lujosa, muy cara. Hoy los veo desde la calle y no estoy tan seguro de la veracidad de ese dato pero hasta que alguien me demuestre lo contrario para mĆ esos lugares siempre serĆ”n asĆ. Lujosos y caros.
Creo que despuĆ©s de los primeros meses acĆ”, cuando por algĆŗn motivo dejĆ© de pasar seguido por ese lugar, nunca mĆ”s relacionĆ© a Plaza Mitre con momentos malos de mi vida. Y si bien nunca me sentĆ© a pensarlo seriamente, creĆ que nunca mĆ”s lo harĆa. Claro, me equivoquĆ©.
En febrero de este aƱo mi vieja vino unas semanas de vacaciones. Era un viaje que lo tenĆamos planeado hace mucho. Finalmente esa fecha llegĆ³ pero la realidad nada tuvo que ver con los planes. Menos mal que vino, y que lĆ”stima que vino. LlegĆ³ justo en el peor momento de mi vida. El peor lejos, tan malo que aĆŗn hoy estoy tratando de salir. Y es difĆcil, y cuesta, y siento que puedo, y siento que no.
Digo ´menos mal´ porque si en esos dĆas hubiese estado sĆ³lo no sĆ© como serĆan las cosas hoy. Ni siquiera sĆ© si las cosas serĆan. Digo ´que lĆ”stima´ porque siento que en esas semanas le arruinĆ© parte de su vida. Le pasĆ© casi todo el dolor que tenĆa adentro, no fue dividirlo sino que le hice sentir lo mal que estaba pero yo seguĆa igual. Hace casi dos aƱos que estoy en esta ciudad y uno de mis mayores objetivos siempre fue dejar de darle malas noticias. Pienso que ya es muy difĆcil para ella estar a 400km y vernos 2 veces por aƱo. Siento que no tengo ningĆŗn derecho a agregarle mĆ”s sufrimiento, mĆ”s momentos malos. En estos 22 meses pasĆ© hambre, soledad, un miedo indescriptible, pero ella nunca se enterĆ³. Estaba en Casagrande y me decĆan “Ramiro tenĆ©s telĆ©fono, tu mamĆ”” y yo bajaba las escaleras, me secaba las lĆ”grimas, ponĆa mi mejor voz y le decĆa “hola bruja… por acĆ” todo bien”.
CostĆ³ mucho pero era lo menos que podĆa hacer. Era una deuda que tenĆa que pagar, y hasta ese entonces lo estaba haciendo. Es por eso que este Febrero bisiesto fue un paso enorme hacia atrĆ”s. Son dĆas que no me voy a olvidar nunca y ojalĆ” me los pueda perdonar. Me refiero a perdonĆ”rmelos yo, porque sĆ© que de parte de ella no hay reproches. La cosa es que duele ver como fueron esos dĆas. Duele ver lo que le hice, y tambiĆ©n lo que me ayudaron a hacerle. Son cosas que no puedo olvidar. Son cosas que pasan, pero no se olvidan ni perdonan. Fueron tres semanas durĆsimas. Me vio destruido. Nunca antes me mostrĆ© asĆ con nadie. Durante 21 dĆas me dormĆ llorando, empastillado, con ella sentada a los pies de la cama mientras me ponĆa un trapo friĆ³ en la cabeza. Su cara era una piedra, no la vi derramar ni una puta lĆ”grima. Era de hierro. Claro, lo era mientras estaba conmigo, despuĆ©s sĆ© que no…
La noche que se iba, segundos antes de agarrar los bolsos y llamar al ascensor, nos dimos uno de los mejores abrazos que recuerdo. Y ahĆ no pudo mĆ”s. AhĆ no se aguantĆ³. Yo le pedĆ, creo que por vigĆ©simo cuarta vez, perdĆ³n por estos dĆas. Y ella, con mucho llanto contenido, se aflojĆ³ y me dijo “yo lo que quiero es que vos estĆ©s bien”.
Fue el fin de sus dĆas de vacaciones en Mar del Plata. Fue el fin del verano 2008. Sus dĆas acĆ” fueron muy monĆ³tonos. Yo volvĆa del laburo, entraba a casa, me sacaba la corbata y le decĆa de ir a caminar. SalĆamos a dar vueltas a la manzana por la Plaza. HablĆ”bamos mil cosas, en realidad yo hablaba y ella escuchaba. FumĆ”bamos mucho, lloraba y ella me decĆa que me calme. Me sacaba la angustia. Le pedĆa perdĆ³n por el momento de mierda que le hacĆa pasar. Le decĆa que no podĆa mĆ”s. Que estaba cansado. Que sentĆa que no podĆa seguir. Que no lo merecĆa. Que no sirve hacer las cosas bien. No sirve ser bueno. No sirve ser fiel. No sirve soƱar con los ojos abiertos. No sirve plantear problemas en los momentos que uno cree justo con la intenciĆ³n de mejorar. No sirve pensar en el futuro. DespuĆ©s esos momentos se te vuelven en contra. DespuĆ©s no los podĆ©s cambiar, despuĆ©s no los querĆ©s cambiar.
TambiĆ©n le contĆ© la deuda que siento que tengo con mi abuela. Siempre digo que mi abuela se muriĆ³ de vieja, pero que yo en vida tambiĆ©n la matĆ© un poquito. Que en mis dĆas en Buenos Aires, con mis fracasos de pendejo sin calle, le quitĆ© un poco de vida. QuizĆ”s fueron meses, dĆas, horas, minutos, pero se los quitĆ©. Y a mi vieja, justamente en plena Plaza Mitre de Mar del Plata, le pude decir eso. Que me sentĆa el peor de todos pero que ya no lo querĆa ser mĆ”s. Que con mi abuela siento que tengo una deuda enorme y que por nada del mundo quiero tambiĆ©n tener esa deuda con ella. Que la vieja se muriĆ³ y no pudo ver lo bueno que vino despuĆ©s. O quizĆ”s sĆ, quizĆ”s lo vio, pero yo no pude ver su cara cuando lo hacĆa. Su cara de orgullo me la tuve que imaginar. Y le dije que no querĆa que me pase eso otra vez. Que no querĆa que en 10 o 20 aƱos cuando ella se muera yo me lamente por estos 21 dĆas de vacaciones. Que si eso pasaba no sabĆa como iba a hacer para poder vivir con ese peso en las espaldas. Fue la primera vez que me puse a pensar que un dĆa ella no va a estar.
Plaza Mitre tiene mucho que ver con mi vida. Con mis momentos. Hoy paso caminando y veo gente corriendo, paseando, parejas haciendo su mejor papel de novios, jurĆ”ndose amor eterno, soƱando ser felices. TambiĆ©n veo personas solas, como cuando lleguĆ© en Mayo del 2006, como ahora. Veo parejas peleando, cerrando una historia o haciĆ©ndose los que… Y veo chicos, sobre todo eso. Veo parejas paseando con sus hijos. Los veo y me acuerdo de vos, de nosotros. Veo parejas alquilando bicicletas dobles. Los veo y me acuerdo de vos, pienso en que buena forma serĆa para que de una vez por todas aprendas a usarlas. Veo el sol, los edificios, los amigos, los partidos de bĆ”squet.
Eso es Plaza Mitre para mĆ. La plaza de los niƱos. La plaza donde dejĆ© lo poco que me quedaba de inocencia. La plaza que en algĆŗn momento me volverĆ© a cruzar. La plaza donde quizĆ”s las vueltas de la vida me encuentre feliz, alquilando kartings o bicicletas para mis hijos. La plaza donde te llorĆ© como nunca lo hice por nadie. La plaza donde aprendĆ que un corazĆ³n es una riqueza que no se vende ni se compra, pero se regala. La plaza que hoy me da miedo pisar porque me trae muchos recuerdos. Recuerdos de lo que fue, pero sobretodo de lo que pudo haber sido y ya no serĆ”.
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