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Un Fuerte Vacio


Hace minutos se terminó la ilusión que tenia de Racing en la Copa Sudamericana y mientras mastico ese momento pienso en las consecuencias que esto me trae y me asusto un poco el decir “nada”.
Recién pensaba que hace un par de años perdí la pasión que tuve siempre por el fútbol. Los pongo en tema, estamos hablando de un tipo que hasta no hace mucho los domingos se iba a dormir a las 20hs porque su equipo perdía en el codificado de las 18hs. A ese nivel hablo, digo que recorrí miles de kilómetros para ver un equipo que jugaba en la quinta división del fútbol argentino, digo que he viajado en la caja de un camión con la hinchada esquivando policías, digo que durante años el resultado de un partido de la liga local modificaba mi estado de animo de toda una semana, digo, en realidad, que de alguna forma en un momento escondía todas mis frustraciones en 90 minutos y que, ya acostumbrado a perder en todo el resto de las cosas, eso era mi vida.




También pensaba en que durante algún tiempo este cambio en mi forma de vivir el fútbol lo tome como un ejemplo de maduración. Es decir, un tipo de mas de 30 años no puede ensuciar todo su entorno con un estado de ánimo pésimo y con enojo por un partido. No es lógico. No está bien. O al menos eso pensaba.
Pero ahora repasando la gente que, más cerca o más lejos, me rodea observo que, a ellos, ya casi tan grande como yo, los sigue afectando cuando para mí solo paso a ser un partido de fútbol. Entonces me doy cuenta que en realidad este desapego no es un motivo de maduración, sino que está más cercano al abandono, a la falta de esperanzas, a la dificultad de tomar momentos alegres como alegres y no pensar en el “pero” que le sigue. Simplemente perdí la pasión, y quizás lo más grave es que no lo hice solo con el fútbol sino también en el resto de las cosas.
Es obvio que hay cosas más importantes que un campeonato, pero no por eso debe pasar a ser lo menos importante del mundo. En algún momento no aprendí a vivir correctamente y ese sentimiento que siento que con el fútbol es solo el botón de muestro para el resto de las cosas. Es solo un reflejo de la maldita costumbre de pensar siempre en lo que no hay, y no en lo que he conseguido y en lo que indefectiblemente voy a conseguir en el resto de los años.




Creo que lo lamentable es que esa pasión que “decidí” sacarle al fútbol aun no la he podido trasladar al resto de la cosas. Todo el volátil, todo lo que está se puede ir en algún momento y mi mente se pone en lugar de que “ya se fue” y eso evita sufrir los finales pero, ayyyy, también evita disfrutar el mientras tanto.
Quizás algún día pueda, quizás. Ojalá, si hay alguien que escuche y acepta mi pedido, pueda hacerlo y ya no sea demasiado tarde. He perdido bastante más que una serie de cuartos de final de sudamericana y la lucha para recuperarlo es un camino de piedras que con mi valija con rueditas es muy difícil subir.
Los Prados de la historia están escritos y no supe como quedar indeleble en sus páginas. Creo que esa fue mi peor derrota, y lo peor de eso no es saberlo sino es que ella también lo sabe y hasta quizás lo lamenta tanto como yo.




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