Eclipse de Zol
Hace
poco más de dos años bese el suelo. No caÃ, pero el tropiezo me dejó con las
rodillas en el piso; la palma de mi mano derecha apoyada en la tierra y la
izquierda tirando manotazos para quedarme.
Hoy,
en un feriado eclipsado, recordé aquel momento. No fue fácil, no fue corto. Me
llevo más de 20 meses en los cuales seguà sumando tropiezos a pesar de no verlos
en ese momento. Desde aquel dÃa todo fue en bajada. Me convertà en una nueva
persona aun siendo la misma. Me atraganté con aquel presente, y sumé silencios y
decepciones propias y ajenas.
A
la distancia me molesta no haber tenido todos mis reflejos, haberme convertido
en otra persona. Y, principalmente, me arrepiento de no haber podido manejar
ese momento con palabras en lugar de acomodar todo en esta frágil garganta. Quise
creer que las cosas se solucionarÃan, pero sabÃa que no habÃa forma de que eso
pase sin poner algo de mÃ. ¿Y saben qué? No puse nada. O lo hice, pero de forma
incorrecta. No supe ser lo suficientemente egoÃsta y mi inexperiencia y mi débil
personalidad me paso una factura que recién terminé de pagar hace un par de
meses.
Hoy
pasé todo el dÃa con Zol y tuve algunos momentos de deja vu que me llenaron de
recuerdos mentales y fÃsicos. HacÃa mucho no disfrutaba tanto el silencio y la compañÃa
de alguien. No quiero decir que nunca lo hice porque serÃa mentira, sino que me
refiero a que lo de hoy fue uno de esos momentos en los que sé que pensaré
antes de cada decisión que tome en mi vida. Hubo, como dije, muchos momentos de
silencio en los cuales se escuchaban solamente respiración y un par de pies frÃos
sin medios; también de charla de historia y debates de ideas; hubo risas,
muchas, muchÃsimos; bailamos cuarteto casi media hora escuchando un canal de YouTube.
Zol
tiene esa virtud de ocupar cada uno de esos lugares vacÃos que necesito que
alguien ocupe y a su vez sabe dejar libres los que aún no quiero, o no estoy
preparado, para que se llenen.
La
noche del lunes está terminando y por primera vez desde aquellos fines de
semana en Mar del Plata del 2009 siento paz. Una calma paz.
El
lunes termina, son casi las doce y, sin embargo, a pesar de las persianas bajas
y las luces de la casa apagadas, estos metros cuadrados de caballito están inundados
de ella. Sale el Zol, y no solo no quiero que se vaya… simplemente no se va. No
hay luna que la oculte ni siquiera por tres minutos. Su presencia es un eclipse
imposible y yo respiro, en paz respiro…
Ya
no quiero dormir. Quiero seguir con mis ojos bien abiertos. Quiero ver los
motivos que me llevaron acá porque creo que si uno no sabe cuales son los motivos
que lo llevaron a estar bien entonces cuando nos toque la mala no vamos a saber
cómo volver. Y hoy, yo lo sé.
Bienvenida
a este lÃo.
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