Primeros y Últimos Pasos
No es importante como estoy, ni
que me dijeron, ni mucho menos como continua ni cuanto más queda. Lo importante
está en la previa a ese momento. La sala de espera era bastante chica y mucho
mas teniendo en cuenta que además de mi médico había otros especialistas. Uno
de ellos, supongo porque nunca lo comprobé, era un neonatologo y es por esto
que mientras esperaba mi turno vi un desfile de padres y bebes paseando por ese
lugar.
En un momento llego una pareja
con una nena que se sentó no muy lejos de mí. Hasta un instante después no sabía
por qué pero llamaron mi atención. Estaban justo enfrente mío y fue por eso que
vi con claridad un momento nunca antes había vivido. La nena estaba parada
apoyada a la madre y vio fijo a su papá que estaba frente a ella. Movió sus
brazos. Soltó a la madre. Y con una mínima noción de equilibro se largó a
caminar hacia los brazos del papá.
Fue un instante en el que alguien quiso que todos estemos mirando hacia ese lugar. Se escuchó de fondo un suspiro de todos los pacientes y se produjo un silencio tan sincronizado que ni practicando nos hubiese salido mejor.
Fue un instante en el que alguien quiso que todos estemos mirando hacia ese lugar. Se escuchó de fondo un suspiro de todos los pacientes y se produjo un silencio tan sincronizado que ni practicando nos hubiese salido mejor.
Fue la primera vez en mis 37 años
que vi los primeros pasos de alguien. Realmente fue un momento increíble. Creo
que ya nunca lo olvidare.
La nena dio sus pasos, abrazo las
rodillas del padre y ahí se quedó. Rodeada de las lágrimas de los padres y de
la emoción de todo
s los presentes.
Cuando llegó a destino se apoyó exhausta
en las rodillas de él y mientras toda la sala de espera, incluido yo, aplaudíamos,
ella nos miraba sonriente y se sumaba a nuestros aplausos.
Luego de eso fue mi turno de
entrar al consultorio. Y si al principio de este texto no importaban las
palabras de mi médico ni lo gris de los resultados, a la salida de mi atención esos
momentos importaban mucho menos.
Viví, de más cerca de lo que alguna
vez imagine, algo que ya no me pasará. La vida sigue, quizás no para mucha
gente, quizás ya no para mí, pero el ser efímero cada tanto te abraza, y te
regala un mimo, para que uno sienta que las cosas no están tan mal.
Volví a casa con ese saber
agridulce de ver unos primeros pasos mezclados con los últimos.
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