Nostalgia
El sol de Mayo se los debo. No tanto asĆ los celos. Esos estĆ”n, o estaban, o ya decidĆ que se van a ir pronto...
Creo que ya estuve acĆ”. Quiero decir que ya he vivido estos mayos, no son mis primeros, este es como el nĆŗmero 33 que me toca aunque hay varios anteriores que, por mas esfuerzo que haga, no logro recordar y otros que simplemente no quiero hacerlo.
Como vuela el tiempo. Para nosotros, los nostĆ”lgicos, con ojos doloridos de tanto mirar para atrĆ”s, es muy difĆcil despegarse del pasado. Nos resulta tan imposible que la gran mayorĆa de las veces ni intentamos hacerlo.
Me cuesta reconocer esto. QuizĆ”s los que me ven o me vieron a diario lo perciben inmediatamente pero es muy difĆcil aceptarlo parado sobre mis propias huellas.
Hoy hablaba con alguien sobre mis formas. Le explicaba esa reacciĆ³n de abrirme cuando alguien dice “no mas”. Y no estoy hablando solamente de parejas o relaciones similares. Hablo mucho mas en general. Es mucha mas amplia la explicaciĆ³n. Me ha pasado varias veces. Y si bien el motivo de esto aun no lo tengo demasiado claro tengo que reconocer que de todas los errores, de todas las metidas de pata, de todas las consecuencias que estas traen, debe ser una de las posturas en las que mas creo. Han provocado mucho dolor. Claro. Lo siguen haciendo. Obvio. SeguirĆ” pasando. Probablemente.
Supongo que tiene que ver con la rueda de bicicleta y el pasar siempre por el mismo pico que alguna vez les contĆ©. Supongo que es difĆcil despegarse de ciertas cosas y de Ć©sta mucho mas.
Las consecuencias son siempre parecidas. Son muchas reacciones fĆsicas que terminan bĆ”sicamente en tristeza. En no mas que eso. Nada mas y nada menos.
Y eso es lo que se siente esta noche de jueves, aunque perfectamente podrĆa ser miĆ©rcoles. Nuevamente un conocido aire a derrota. A soledad. A oportunidades perdidas. A aceptar que el tiempo no vuelve. Que ya no se puede retroceder para arreglar antiguos errores, ni tampoco para decir evitar situaciones, y personas, y bajadas de guardia, que uno no deberĆa haber tenido. Creo que es eso. Cuesta mucho aceptar ciertos momentos de la vida pero cuando uno siente que las cosas son como son, deberĆa tener la valentĆa para aceptarla en serio y seguir sin dejarse llevar por falsos amagues de miradas y cosquillas corporales.
Al fin y al cabo el saldo a pagar suele ser enorme. Mucho mas grande que nuestra deuda anterior. Mucho mas dolorosa. Y con mucho menos tiempo para licuarla. No hay cuerpo que aguante, no hay cabeza, y mucho menos corazĆ³n, uno deberĆa aprender a no jugar con ciertas cosas. A no apostar cuando ya no nos queda plata en el bolsillo. A no andar dejando propinas en cualquier mesa de luz. Y menos cuando ya no la podemos pagar con billetes. Porque, como me dijeron, la vida es Puta. Y como buena puta todo se lo cobra, con plata, con lĆ”grimas o con sangre. Siempre se lleva su parte. Siempre termina, mĆnimamente, en cero. El que pierde es uno.
QuizĆ”s sea el momento de dejar que la nostalgia se vaya definitivamente pero resulta difĆcil cuando ese recuerdo se mezcla con el presente. Uno con nuevas caras, nuevas voces, nuevos aromas, pero pasado al fin.
Pero es muy difĆcil hacerlo. Esa nostalgia, eso que pudo ser y no fue ni serĆ”, siempre estĆ” presente y es casi el alimento principal del pensar que quizĆ”s maƱana…
“Dejale que se vaya la nostalgia de aquĆ, aunque da la esperanza de sobrevivir. No voy a salir corriendo cuando llegue el dolor. Ya no me asusta el invierno, me doy mas miedo yo.”
Creo que ya estuve acĆ”. Quiero decir que ya he vivido estos mayos, no son mis primeros, este es como el nĆŗmero 33 que me toca aunque hay varios anteriores que, por mas esfuerzo que haga, no logro recordar y otros que simplemente no quiero hacerlo.
Como vuela el tiempo. Para nosotros, los nostĆ”lgicos, con ojos doloridos de tanto mirar para atrĆ”s, es muy difĆcil despegarse del pasado. Nos resulta tan imposible que la gran mayorĆa de las veces ni intentamos hacerlo.
Me cuesta reconocer esto. QuizĆ”s los que me ven o me vieron a diario lo perciben inmediatamente pero es muy difĆcil aceptarlo parado sobre mis propias huellas.
Hoy hablaba con alguien sobre mis formas. Le explicaba esa reacciĆ³n de abrirme cuando alguien dice “no mas”. Y no estoy hablando solamente de parejas o relaciones similares. Hablo mucho mas en general. Es mucha mas amplia la explicaciĆ³n. Me ha pasado varias veces. Y si bien el motivo de esto aun no lo tengo demasiado claro tengo que reconocer que de todas los errores, de todas las metidas de pata, de todas las consecuencias que estas traen, debe ser una de las posturas en las que mas creo. Han provocado mucho dolor. Claro. Lo siguen haciendo. Obvio. SeguirĆ” pasando. Probablemente.
Supongo que tiene que ver con la rueda de bicicleta y el pasar siempre por el mismo pico que alguna vez les contĆ©. Supongo que es difĆcil despegarse de ciertas cosas y de Ć©sta mucho mas.
Las consecuencias son siempre parecidas. Son muchas reacciones fĆsicas que terminan bĆ”sicamente en tristeza. En no mas que eso. Nada mas y nada menos.
Y eso es lo que se siente esta noche de jueves, aunque perfectamente podrĆa ser miĆ©rcoles. Nuevamente un conocido aire a derrota. A soledad. A oportunidades perdidas. A aceptar que el tiempo no vuelve. Que ya no se puede retroceder para arreglar antiguos errores, ni tampoco para decir evitar situaciones, y personas, y bajadas de guardia, que uno no deberĆa haber tenido. Creo que es eso. Cuesta mucho aceptar ciertos momentos de la vida pero cuando uno siente que las cosas son como son, deberĆa tener la valentĆa para aceptarla en serio y seguir sin dejarse llevar por falsos amagues de miradas y cosquillas corporales.
Al fin y al cabo el saldo a pagar suele ser enorme. Mucho mas grande que nuestra deuda anterior. Mucho mas dolorosa. Y con mucho menos tiempo para licuarla. No hay cuerpo que aguante, no hay cabeza, y mucho menos corazĆ³n, uno deberĆa aprender a no jugar con ciertas cosas. A no apostar cuando ya no nos queda plata en el bolsillo. A no andar dejando propinas en cualquier mesa de luz. Y menos cuando ya no la podemos pagar con billetes. Porque, como me dijeron, la vida es Puta. Y como buena puta todo se lo cobra, con plata, con lĆ”grimas o con sangre. Siempre se lleva su parte. Siempre termina, mĆnimamente, en cero. El que pierde es uno.
QuizĆ”s sea el momento de dejar que la nostalgia se vaya definitivamente pero resulta difĆcil cuando ese recuerdo se mezcla con el presente. Uno con nuevas caras, nuevas voces, nuevos aromas, pero pasado al fin.
Pero es muy difĆcil hacerlo. Esa nostalgia, eso que pudo ser y no fue ni serĆ”, siempre estĆ” presente y es casi el alimento principal del pensar que quizĆ”s maƱana…
“Dejale que se vaya la nostalgia de aquĆ, aunque da la esperanza de sobrevivir. No voy a salir corriendo cuando llegue el dolor. Ya no me asusta el invierno, me doy mas miedo yo.”
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