"Como una daga en el Corazón"
Y de golpe, en la previa a un nuevo mundial de fútbol me acordé del 0-5 con Colombia en 1993. Recuerdo que vi ese partido en la pieza del fondo de la casa de mi abuela. La misma pieza que durante mucho tiempo de mi infancia usó mi Papá y luego usará mi tío. Mi vieja, mi hermano y mi abuela estaban en la casa mirando el partido desde la habitación pero yo me quedé en esa pieza. Sólo. Como ahora. Como hoy.
Pero en realidad hoy no pensaba puntualmente en la parte futbolística de aquel cotejo sino en lo que vino después. No hace mucho tiempo vi una nota en Fox Sports que le hacían a Sergio Goycochea. Mi historia con el Goyco es muy particular. Por él me hice hincha de Racing. Pasé casi toda mi escuela primeria hablando de Sporting porque ese era mi club y eso era el fútbol mí. No entendía como alguien podía ser de Boca o River si nunca en su vida había vista la cancha, si ni siquiera había pisado sus tribunas vacías un día de semana. Pero en la escuela todos eran de River y Boca y supongo que sentí la necesidad de tener un club de Buenos Aires al club seguir. Ni Boca (toda mi familia materna es hincha de ese club) ni Vélez (los Acosta, los pocos que quedan, lo siguen) eran parte de mí. Y con mis 11 años el primer mundial que vi entero, que seguí, que disfruté y sufrí, fue el de Italia 90. Y el Goyco la rompió. Con sus penales se ganó la idolatría de muchos, incluyendo la mía. Así que terminó el mundial y el Goyco se fue a Racing. Y con eso nació mi “nuevo” club. Me hice hincha Racing. Estuvo creo que seis meses o un año y se fue pero yo ya era de Racing. Ya había adoptado como mía esa camiseta similar a la Argentina que además incluía la publicidad de SALICREM.
En esta nota que les cuento Sergio Goycochea decía que cuando los Colombianos tocaban y tocaban y ellos no la podían agarrar, cada “ole, ole, ole” de la gente, de los hinchas argentinos, lo sentía como una daga en el corazón. Se lo clavaban hasta el fondo, se la sacaban, y con el próximo “ole” se la volvían a clavar.
Y me acordé de eso. De la daga en el corazón que decía el Goyco, del acostumbrarse a vivir con un cuchillo oxidado clavado en la espalda que dice Dolina, del flechazo oxidado que me mencionó hace unos días Lucrecia.
Será que lo estoy sintiendo. Será que la coraza de hace dos años y pico aflojó, dejó pasar cosas, y ahora con la armadura lastimada, rota, la daga en el corazón entra y sale más fácil. Será el mundial que activa mi punto de comparación con el estado en que estaba los mundiales anteriores. Serán los 4 años de marplatense que cumplo mañana. Será que tengo que dejar de espiarte para intentar seguir. O será que necesito seguir haciéndolo y ver cómo a pesar de este corazón de sangre coagulada sigue funcionando hasta hacerla liquida una vez más. Será que por ahora no puedo. Que lo intento y con cada intento subo dos escalones pero que el Vacio (sin papas) está. Aparece. Y, principalmente, hace que las ganas de estar de las personas que revolotean cerca se apaguen como si fuera un mecanismo de autodefensa que lamentablemente aún no puedo usar. No aprendí a usar.
Es una daga en el corazón Goyco, pero dos meses después eliminamos a Australia y clasificamos al mundial. Señal de que se puede. Y si existe una mínima chanche, ya no de evitar ese dolor, ya no de recuperar nada, sino de seguir por mas, de darme cuenta que los mundiales se siguen jugando cada 4 años, entonces será el comienza de una batalla en la cual me di cuenta que puedo ganar. Y me di cuenta de que si pierdo, tengo revancha. En otro lado, en otro lugar, incluso con otro Ramiro, pero la tengo.
Gracias Goyco. Por los penales, por Racing, y por mostrarme que a pesar de las dagas que entran y salen, se puede seguir. Y yo soy de los que siguen, incluso estando sólo o conviviendo con estos días, con estos tristes, tristes días.
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