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Todo tiempo pasado fue pasado

-¿Vos sos el chico del 7mo que se descompuso hace un tiempo?
En los segundos que tarde en contestarle me acordĆ© de mil cosas y me hice miles de preguntas. Y de mi boca saliĆ³ un simple “sĆ­, soy yo”. Fue como contestar en Ć©pocas malas la pregunta “cĆ³mo estĆ”s?”… “bien” dice uno, mientras piensa “o querĆ©s que te cuente?”.
Me quedĆ© pensando si yo era el mismo chico del cual hablaba la seƱora del sexto. Y creo que si bien sigo viviendo en el 7 y ½ D, y si bien sigo siendo el mismo diabĆ©tico del orto, la vecina se equivocaba de vecino. No creo ser ya aquella persona a la cual ella se referĆ­a. PasĆ³ mucho tiempo y con el tiempo muchas cosas.
Aquel era seguramente un poco mas inocente que este, un poco mĆ”s joven, un poco mĆ”s mal criado, mas inmaduro, un poco mĆ”s confiando (siempre dentro de su desconfianza general, esto Ćŗltimo quizĆ”s sea otro punto en comĆŗn con el de hoy) y quizĆ”s hasta con proyectos. Era alguien que pensaba en dos aunque seguramente sin demostrarlo lo suficiente o al menos sin hacerlo a tiempo… luego le resultĆ³ tarde.
Como alguien que pierde la memoria en las pelĆ­culas yanquis la seƱora, mientras subĆ­a junto a mĆ­ los seis pisos, me iba recordando aquel momento. Los gritos, el susto. Y con sus palabras, como una confirmaciĆ³n de que aquella situaciĆ³n realmente existiĆ³, comencĆ© a recordar. El dĆ­a siguiente a aquel momento fue domingo y la seƱora vino al dpto., se presentĆ³, y me saludo. Me preguntĆ³ cĆ³mo estaba y yo respondĆ­ “bien” (o querĆ©s que te cuente?). Luego me dijeron quien era. Para mĆ­ fue la primera vez y, hasta hace unos dĆ­as, la Ćŗltima que vi su cara.
Mientras pensaba este post recordĆ© algo que dijo alguna vez Alejandro Dolina. Ɖl decĆ­a que no somos los mismos de ayer, incluso no somos los mimos que hace cinco minutos atrĆ”s. Que uno no deberĆ­a pagar las deudas porque uno no es el mismo que las contrajo. Que todos mantenemos ciertos aspectos bĆ”sico y necesarios como para que nuestra mujer nos abra la puerta cuando llegamos borrachos a las 3 de la maƱana o al menos para que no nos ladre el perro. Pero no solo nunca somos lo que fuimos sino que ademĆ”s no somos lo que seremos algĆŗn dĆ­a. Tenemos tantas vidas como segundos vividos.
Y si bien ya nunca tuve quien me abra la puerta cuando llego borracho a las 3 de la maƱana, y los perros que me reconocĆ­an y no me ladraban quedaron en Punta Alta, supongo que al menos este encuentro con la seƱora del sexto piso fue una demostraciĆ³n de que esos ciertos aspectos bĆ”sicos y necesarios siguen presente. QuizĆ”s sea la mĆ”s humana de mis caracterĆ­sticas. Ese 0,01% del genoma humano que me hace diferente a todos y tan parecido a aquel de Enero 2007 cuando sin saberlo habĆ­a encontrado el camino que querĆ­a caminar. Aquel que no contaba con que 30 dĆ­as mas allĆ” le iban a cortar el puente colgante antes de cruzar el rĆ­o. Aquel que desde entonces busca un camino alternativo para seguir.
De pronto recordƩ una conversacion de unas semanas atrƔs. Una que tuvo un Ramiro no tan distante a este...

- Te podes quedar lamentƔndote o tendrƔs que apechugar y seguir -me dijo-
- Y yo soy de los que siguen -contestƩ-
- Afortunadamente sĆ­ -finalizĆ³, seguramente con una sonrisa-

1 comentario

eltontoalivio dijo...

La pregunta es... "y como sigo sin esa sonrisa? Como hago para seguir tan solo con el impulso de mi imaginacion? Por quƩ sigo tropezando dos piedras con la misma vez?"
La respuesta sera...