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Ernesto Sábato: El Túnel

¿Cuantas veces te sentiste en el interior de un túnel oscuro? ¿Cuantas veces entraste a un lugar donde no sabías si había una salida, y si la había, no sabías cuan lejos estaba? Dando pasos cortos, tratando de no pisar nada extraño. La oscuridad te lleva a eso, a dar pasos cortos. A tener tus sentidos potenciados al máximo. Atento a los ruidos, al viento que roza tu piel, a tus sentimientos.
¿Cuántas veces ante tanta oscuridad y miedo decidiste dejar el camino a la mitad, dar media vuelta y volver sobre tus pasos en busca de la salida? ¿Cuántas veces te mentiste pensando en lo valiente que eras, en tu fuerza, en tu lucha, en esa falsa sensación de haber dado todo, en esa cobarde idea de echarle la culpa al destino por las cosas que no fueron? ¿Cuántas veces pensaste en “todo pasa por algo”?
¿Cuántas veces el miedo te llevo a dejar las cosas por la mitad con la idea de nunca más retomarlo, y el mismo miedo se encargó de que lo retomes y lo termines? ¿Cuántas veces te asustaste al ver en otro tu propio reflejo, algo que te describía mejor que un espejo? ¿Cuántas veces, mas allá de las palabras, decidiste luchar en silencio contra ese miedo y realmente lo hiciste? ¿Cuantas veces? Todas esas sensaciones, algunas propias y otras ajenas pero vistas desde muy cerca en el cuerpo de otro, me despertó leer “El Túnel” de Ernesto Sábato.


No puedo agregar muchas más. Básicamente es el relato de un pintor en el que cuenta en detalle los motivos que lo llevaron a matar a la mujer que decía amar. En una novela que despierta muchas cosas e incluso, más allá que desde el primer párrafo cuenta lo que va a pasar, te hace pensar en distintos finales posibles. Cualquier otra cosa que pueda decir sería casi explicar el libro y hacerles perder la magia que, al menos, esas 143 páginas despertaron en mí.
Fue mi segunda incursión con este autor y me intriga, y me atrae, el que me digan que existen aún textos escritos por él aún mucho más increíbles. En muchos pasajes de la lectura el miedo se apoderó de mí. Sentí realmente pánico. No podía leer más. Lo dejé. Ponía el señalador para no perder la hoja de lectura pero lo cerraba y lo dejaba en la mesa de luz. Al menos por unas horas, al menos hasta el otro día. Pero fue imposible abandonarlo. Fue inútil dejar por más de 24 horas esa lectura. Es como una de esas películas de abejas asesinas, llamadas enjambre o algo así, que uno encuentra en la tele haciendo zaping y no puede dejar de ver. Yo cambio. No puedo verlas, pero en algún momento algo me lleva a poner nuevamente el canal y ver que pasa. Es un miedo tan innecesario como inevitable.




Nunca pensé que podría sentir algo así con un libro. Es que ellos siempre me despertaron millones de razonamientos, de broncas, de angustias, de reflexiones, de injusticias, hasta de indiferencia, pero esta sensación de miedo nunca. Estas descripciones tan perfectas, de rasgos tan parecidos a la realidad, me sorprendieron mucho. Me gustaron mucho. Siempre desmerecí la ficción porque me parecía algo muy poco creíble. Pero con “El Túnel” Ernesto Sábato me enseñó que en su novela hay mucho de real. Mucho del día a día. Me enseñó que quizás el pintor “Castel” no existe en realidad, pero sin embargo hay mucha gente con rasgos parecidos a los suyos. Me asustó este libro. Mucho. Bienvenido Sábato a mi biblioteca.

El Túnel (1948)
Ernesto Sabato
Narrativa
160 Páginas

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