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Redemption Song



Muy lejos de dejar de escribir con el corazĆ³n presente, latiendo, casi respirando como con pulmones propios, debo reconocer que es la primera, y lo digo casi sin temor a equivocarme, que lo hago con miedo.
No digo que sean mis lĆ­neas mĆ”s importantes. Las he tenido antes. Muchas fueron escritas con tristezas, otras buscando arrancar alguna reacciĆ³n que sea a mi favor y la gran mayorĆ­a desde de la esperanza de que las cosas mejoren. Si, desde la esperanza. Aunque no pareciera, aunque tengan km y km de melancolĆ­a, siempre, en todas, en cada uno de esos textos terminales que hace rato no me salen estaba la esperanza de que sean los Ćŗltimos. Y en parte creo que lo logre.
QuizƔ hoy, madrugada de 14 de Septiembre, a dƭas de mis 35 aƱos, sea el antes de una lista de textos con miedos aunque, debo reconocer, tambiƩn esperanzas.
Estoy hace horas en la cama aunque para variar aun no pude dormir. Debo ir por el cigarrillo diez. Cenicero en la cama, Notebook en las rodillas y de fondo escucho a un tipo holandĆ©s llamado Mitchell Brunings que canta “Redemption Song” de Bob Marley. Y claro, es necesario repetirlo, tengo miedo de escribir esta noche.
Me siento confundido. Creo que esa es la mejor palabra. Si bien este lugar siempre ha sido sobre historia personales hace mucho que no lo hago, o al menos que no lo hago tan crudamente como tengo ganas de hacerlo hoy. Tampoco sĆ© si lo lograre, supongo que eso es parte de esta confusiĆ³n, pero terminar estas lĆ­neas, poder leerlas, poder sentir que hice lo que querĆ­a, y lograr apretar el botĆ³n “subir” y publicarlo serĆ” sin dudas una prueba de que el miedo hace rato que dejo de paralizarme. Me influye, me hace desconfiar, me hace caminar sobre cristal, con muchĆ­simo cuidado, pero al costado del camino he dejado de quedarme.
Desde hace un tiempo a esta parte me propuse intentar vivir el dĆ­a a dĆ­a lo mĆ”s posible. No es algo fĆ”cil en general, tampoco lo es para mĆ­ en particular. Pero en ese largo camino, el cual reciĆ©n comencĆ©, desde el cual cuando paro y miro hacia atrĆ”s veo aun la lĆ­nea de partida demasiado cercano, he logrado dar pasos enormes que en los ratos amigables no dejan de sorprenderme, de enorgullecerme, de alimentarme, de sentir siempre, desde hace ya mucho tiempo, que esta versiĆ³n, aun llena de problemas, es mucho mejor que la anteriores. Siempre.
Sin embargo este crecimiento trae la comparaciĆ³n, la melancolĆ­a, y la sensaciĆ³n de que ya es tarde. No lo es para lo que viene pero si lo es para el pasado. Ni el tiempo ni los rĆ­os corren para atrĆ”s aunque a veces serĆ­a tan lindo. No siempre, solo un rato, solo una opciĆ³n, cruzarse con alguien que tenga el suficiente poder de mirarme a los ojos y decirme “dale, tenĆ©s una sola bala, donde querĆ©s volver? Que querĆ©s intentar mejor?”. Encontrar, dirĆ­a Ismael, un Coyote. Pero, al igual que Ć©l, sĆ© que no existe un Coyote que me devuelva mi pasado. Solo tengo en mis manos, en mi pecho, en mis actos, y en mis decisiones, la posibilidad de decir que si bien no hay forma de cambiar lo hecho, ni lo inmediato, ni siquiera estas lĆ­neas, lo que sĆ­ puedo es "no dejar que pases por debajo de mi ventana sin pedirte que te quedes conmigo, ni que subas a mi coche sin que emprendamos una urgente huida".
Asƭ como Fernando Birri decƭa que la utopƭa sirve para caminar. Yo siento que estos dƭas me sirvieron para eso, fueron los primeros pasos de una larga, cansadora, interminable, de a muchos ratos frustrante, pero siempre elegida, marcha. SƩ que reciƩn empiezan. Me quedan no menos de 35 aƱos mƔs, y los seguirƩ usando para seguir siendo mƔs hasta que logre llegar o que llegues. Me queda toda la vida y la certeza que la quiero invertir en esta espera, activa, pero espera al fin.
El final, ademĆ”s de definitivo, serĆ” bueno o malo. No hay mucho mĆ”s que eso. Y quizĆ”s el miedo del que hablaba sea por el 50% de la opciĆ³n mala. O quizĆ”s ya perdĆ­, todo estĆ” cerrado, pero aun creo y quiero jugar. Se que no tengo el derecho, ni la ganas, de elegir correrme. Hoy, en este momento, prefiero sentir. Prefiero seguir mi conciencia y seguir actualizando mis versiones a otras mejores. No se si tengo ni las fuerzas ni las herramientas para hacerlo, lo que si sĆ© es que tengo las ganas de caminar y ver.

"No vale la pena vivir para ganar, vale la pena vivir para seguir tu conciencia."
Eduardo Galeano

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