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Comodidad

Silla ComodaComo no voy a entender la comodidad si en estos 35 aƱos y dƭas no hice mƔs que convivir con ella?
No puedo, no sale, no estĆ” bien, que tire la primera piedra. Entiendo cada una de las palabras, y siento cada una de las cosas que me contas. Las buenas y las mierdas.
Ya estuve ahĆ­. Estoy ahĆ­. La reniego, la miro mal, la critico, la miro a los ojos y le digo “no mĆ”s” pero sigo empapado de esa misma comodidad de la que hablas.
Y entonces como esperar? Cómo convencer? De donde sacar putos argumentos que ademÔs de sonar convincentes lo sean?

No sé cómo pedir que dejes lo malo conocido para pasar a otro lugar. No sé cómo empujarte a dar ese si todas las veces que lo he intentado hacer yo nunca salieron. Hace años que esta rueda de 365 días llega a ésta época del año y el pico sigue pasando por el mismo el lugar. Es una rueda de bicicleta fija, siempre clavado acÔ. Sin correrse. Mirando cómo se va el almanaque, como se instala la panza, como se va el pelo y se quedan las arrugas.
No sĆ© cómo convencerte pero tampoco se cómo rendirme. Como hacer para no sentir este cosquilleo que me hace pensar que el próximo aƱos, quizĆ”s… Para ser sincero tampoco quiero sacĆ”rmelo. No quiero que se vayan las hormigas de este momento. Es lo que hace que maƱana me levante y me quiero seguir levantando aunque la promesa de los dĆ­as que vendrĆ” sea tan difĆ­cil como estos. Tan difĆ­cil.
Los cambian llegan. No soy el mismo. Pero van a una velocidad tan chiquita que la vida le saca kilómetros y kilómetros de ventaja. Y la línea de llegada en lugar de estar mÔs cerca la veo cada vez mÔs lejos.
Pero lo bueno de un día como hoy, como año nuevo o un cumpleaños, es que si bien el balance del pasado es malo se prende una luz de que tengo otros 365 días para intentarlo. Y que no lo quiero dejar pasar. Que, ahora sí, los próximos días serÔn los definitorios. SerÔn los mientras tanto que nos hacen morir de miedo, que nos harÔ romper esa comodidad, y que luego de miles de malos momentos nos pagaran de la forma que creo que queremos cobrar.
Ojala se exista esa receta de romper la puta comodidad, de chocar con los putos miedos, de mirarse para adentro y decir “y si apuesto otra vez?”, de hacerlo, y de que salga.
Ojala pueda. Ojala podamos.

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