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amardelplata

Hoy pensaba que hace mas de 14 meses que no piso Mar del Plata.
En la lista de motivos encontrĆ© millones pero creo que la mayorĆ­a de ellos son excusas. Lo costoso del viaje sale como primera opciĆ³n en la lista. Sin dudas. Creo que conscientemente no podrĆ­a afrontar un gasto como ese en este momento. Y estoy hablando de cuĆ”nto? $1000 contando los pasajes y gastando mucho? Pero si, la plata sale como primera excusa.
Cuando miro mĆ”s fino y pienso realmente los motivos creo que el principal es que no estoy en condiciones de afrontar nuevamente una terminal sĆ³lo. En estos 33 aƱos y monedas creo que es el peor lugar que alguna vez pise, y tambiĆ©n es el lugar que mas recuerdos me trae. Muchos dolorosos y algunos que en su momento fueron alegres pero que el tiempo tambiĆ©n se encargĆ³ en transformar en dolor. En fin la nostalgia. Esa sensaciĆ³n maldita que nos invade y nos petrifica o nos hace retroceder pero que a su vez siempre nos da la esperanza de sobrevivir.
Entonces opto por no viajar. La soluciĆ³n fĆ”cil. Y hasta como un idiota muchas veces me creo las excusas y me creo que si ya no piso mas terminales el dolor se va a ir. Pero ahĆ­ estĆ”. AhĆ­ sigue. Siempre cerca. No importa el lugar ni el escenario. Siempre me mira y me atiende en pantuflas. Como dos viejos conocidos. No tiene la mĆ­nima intenciĆ³n de dejarme ir y yo no tengo la manera de despedirla. OjalĆ” el no viajar fuera suficiente para olvidar.
Sin embargo tengo bien en claro que evitar las terminales no es suficiente olvidarme. Ni las grandes como Retiro, ni las pobres como la de Punta Alta ni aquellas de pueblo que tienen una sola plataforma. Tampoco necesito caminar un domingo bajo la lluvia, ni buscar una excusa para no mostrarme ante tu gente, ni tratar de cocinar para cuatro pensando tontamente que eso ayudarĆ” a tapar la cagada que me mande al rechazar una simple invitaciĆ³n de almuerzo en familia.
Para olvidarme no necesito comprar helado de chocolate marroc en la heladerĆ­a San Marino de calle CĆ³rdoba. Ni ir a comerlo al boulevard. Ni mucho volver de tu pueblo sin “z” y esconderme de vos y de todos tratando de acomodar ideas. No necesito darme cuenta, tarde, de cĆ³mo son las cosas. Ni regalarte una entrada, ni escribir una carta con mentiras que solo buscaban araƱarte el corazĆ³n.
Ya no hace falta usar un sobre de CD como chanchito de ahorro, ni buscar cupones de descuento del Anamora, ni 2x1 en el Aquarium, ni esperar que llegue Semana Santa. Tampoco tengo que crear una cuenta de twitter para dejar de espiarte. Ni entrar con miedo a leerte, ni imaginarme que quiere decir la A de Alemania, ni confirmar mis ideas.
No necesito nada eso para saber que seguĆ­s usando el aire. Que seguĆ­s respirando. Y que principalmente lo seguĆ­s haciendo muy lejos de acĆ”. Tampoco necesito esperar nada, aunque me resulta imposible dejarlo de hacer.

PD. Ya no escucho Sabina y trato de no mirar el mar. Eso tampoco ayuda.

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