“Invítame a pasar 10 minutos o toda la vida”
¿Qué se puede hacer en 10 minutos? La respuesta más fácil es que se pueden tomar dos té/s. En 10 minutos se puede tomar la decisión más importante y mas acertada de nuestras vidas. En 10 minutos podemos pensar y pensar sin tomar ninguna decisión y alimentar los instantes más tristes. El de indecisión. Se puede decir nada. Hacer poco. Decir y hacer silencio, y que nos salga perfecto.
Puedo pasar 10 minutos esperando un colectivo que quizás no llegue nunca. O puedo quedarme en el andén otro tanto tiempo mirando como se va un micro y en ese ir se lleva un poco de nosotros.
En 10 minutos puedo escuchar la explicación de Fernando cuando le pregunto “y cómo se hace para dejar todo y terminar viviendo en pueblo?, como hiciste vos?”. Lo puedo hacer mientras le arreglo la compu y tomo unos mates. Los tomo, claro, sin mirarlo a la cara mientras los ceba (*). Puedo pensar y analizar 100 días su respuesta pero en 10 minutos, 10 mugrosos minutos, mientras camino una tarde de domingo por una plaza de La Plata, me puedo dar cuenta que tiene razón. Puedo sentir y con ese sentimiento empezar a entender todo lo que no podía explicarme con palabras.
En 10 minutos me puedo preguntar un millón de veces “qué hago acá?”. Puedo sentir, y sin decirlo, repetir hasta quedarme afónico un inexplicable “qué haces tan lejos?”.
Hoy decidí refundarme pero lo hago con un error. Decidí empezar sabiendo que lo que voy a hacer está mal. Y si bien tengo pocas ganas de hacerlo ya sé que es inevitable. Es algo que ya estoy haciendo. Pero a diferencia de otros momentos esto no es algo que se impone. Es algo que decidí hacer. Aunque sea un error. Quizás decidí empezar con un error que resulta un acierto. Me refiero a que si la decisión es mía, la decisión del error es mía, entonces ese poder tomar la decisión es un acierto. De alguna forma lo es.
Reconozco que en este tiempo me supe rodear de mujeres con pasado pero lo que aún no encuentro es el hombre con futuro. Aún no lo siento Chavela, aún no lo soy y quizás eso explica muchas cosas, muchos tropiezos, muchos fracasos... Solo veo un buen hombre, y eso, como única virtud, no alcanza.
En 10 minutos pensé en escribir este nuevo txt para el blog. Quizás en 10 minutos se me pasa y queda solo como un montón de palabras de un tipo rebuscado. O quizás en lugar de 10 minutos estas ganas me duran toda la vida.
Pensándolo bien, todo dura 10 minutos. Todo es efímero. Depende el momento en el que empezamos a contar. Y yo decidí empezar a contar ahora, así que…. el que no se escondió, se embroma.
PD. No te escondas.
(*) Aclaro esto porque ayer mi amigo Pablo me mando algunas cosas que escribió sobre mí y sobre mí casa, y como virtud, bueno como una mala virtud, estaba justamente esa. La de no mirar. Sabes que pasa Pablo? No es falta de interés, no es falta de costumbre ni cuestión de educación, es miedo a que sea vea. A que me veas. A estos ojos, que brillosos y todo, se ponen más botones que nunca. Es eso amigo. Parece un chiste, tanto esfuerzo para que no me veas, tanto esfuerzo para que me creas el “todo bien” y no me dí cuenta que el que habla es mi lugar. Mi departamento. Gracias por la lección.
Puedo pasar 10 minutos esperando un colectivo que quizás no llegue nunca. O puedo quedarme en el andén otro tanto tiempo mirando como se va un micro y en ese ir se lleva un poco de nosotros.
En 10 minutos puedo escuchar la explicación de Fernando cuando le pregunto “y cómo se hace para dejar todo y terminar viviendo en pueblo?, como hiciste vos?”. Lo puedo hacer mientras le arreglo la compu y tomo unos mates. Los tomo, claro, sin mirarlo a la cara mientras los ceba (*). Puedo pensar y analizar 100 días su respuesta pero en 10 minutos, 10 mugrosos minutos, mientras camino una tarde de domingo por una plaza de La Plata, me puedo dar cuenta que tiene razón. Puedo sentir y con ese sentimiento empezar a entender todo lo que no podía explicarme con palabras.
En 10 minutos me puedo preguntar un millón de veces “qué hago acá?”. Puedo sentir, y sin decirlo, repetir hasta quedarme afónico un inexplicable “qué haces tan lejos?”.
Hoy decidí refundarme pero lo hago con un error. Decidí empezar sabiendo que lo que voy a hacer está mal. Y si bien tengo pocas ganas de hacerlo ya sé que es inevitable. Es algo que ya estoy haciendo. Pero a diferencia de otros momentos esto no es algo que se impone. Es algo que decidí hacer. Aunque sea un error. Quizás decidí empezar con un error que resulta un acierto. Me refiero a que si la decisión es mía, la decisión del error es mía, entonces ese poder tomar la decisión es un acierto. De alguna forma lo es.
Reconozco que en este tiempo me supe rodear de mujeres con pasado pero lo que aún no encuentro es el hombre con futuro. Aún no lo siento Chavela, aún no lo soy y quizás eso explica muchas cosas, muchos tropiezos, muchos fracasos... Solo veo un buen hombre, y eso, como única virtud, no alcanza.
En 10 minutos pensé en escribir este nuevo txt para el blog. Quizás en 10 minutos se me pasa y queda solo como un montón de palabras de un tipo rebuscado. O quizás en lugar de 10 minutos estas ganas me duran toda la vida.
Pensándolo bien, todo dura 10 minutos. Todo es efímero. Depende el momento en el que empezamos a contar. Y yo decidí empezar a contar ahora, así que…. el que no se escondió, se embroma.
PD. No te escondas.
(*) Aclaro esto porque ayer mi amigo Pablo me mando algunas cosas que escribió sobre mí y sobre mí casa, y como virtud, bueno como una mala virtud, estaba justamente esa. La de no mirar. Sabes que pasa Pablo? No es falta de interés, no es falta de costumbre ni cuestión de educación, es miedo a que sea vea. A que me veas. A estos ojos, que brillosos y todo, se ponen más botones que nunca. Es eso amigo. Parece un chiste, tanto esfuerzo para que no me veas, tanto esfuerzo para que me creas el “todo bien” y no me dí cuenta que el que habla es mi lugar. Mi departamento. Gracias por la lección.
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