“Faites l’amour, pas la guerre.”
Llegué a esta ciudad el 16 de Mayo de 2006. Tengo imborrable los pasos que di ese día. Me acuerdo fundamentalmente del primero. Ya lo conté mil veces, no sé si en este blog, pero una vez más no está mal. La gente se renueva dice Mirta:
Eran algo así como las 6 de la mañana de ese martes y cuando el micro paró en la terminal agarré mis cosas y comencé a buscar la salida del colectivo. Estaba en el piso de arriba así que comencé a bajar las escaleras y justo en el momento de tocar el piso me frené. Detrás de mí creo que provoqué una de las avalanchas más grandes que recuerdo. Todo fue porque necesitaba, mi inseguridad lo necesitaba, pisar suelo marplatense por primera vez con mi pie derecho. Je! Sí! Lo que leen. Y así fue, y mientras lo hacía pensé “empezamos, que sea bueno”.
Y realmente lo fue Franck. Realmente lo fue. Ustedes, los viajeros, “Fran y Iris decía el locutor”, son uno de mis mejores ejemplos de que las cosas funcionan y de que yo funciono. A mi manera, a mi tiempo, pero lo hago. Tener su amistad en tan poco tiempo, con tan poquito, y tan intenso, compartido es algo que llena esa innumerables cantidad de vacíos que siento en mi ser.
Hay situaciones, y sensaciones, en las que me puso esta ciudad que no voy a olvidar nunca. Sin dudas una de ellas fue esa tarde del 26 de Abril del año pasado cuando sentado en el fondo del Salón los vi desbordados de felicidad hablando a los presentes en su compromiso. Y creo que no exagero al decir “desbordados” porque tenían esas caras limpias, transparentes, con una sonrisa que no era necesario forzar. Estábamos con Guille y Laureano y yo hacia fuerza para no llorar. Debo reconocer que no lo logré. Como les dije alguna vez al verlos a ustedes me vi yo. Vi mi vida, mi vida inmediata que se había terminado una triste tarde de Febrero en San Justo. Y me pregunté mil veces, debes en cuando me lo sigo preguntando, por qué nosotros no pudimos. Por qué con una historia similar y unos cuantos de miles de kilómetros menos, no pudimos. Supongo que no lo sabré nunca. Tampoco es necesario hacerlo.
Ese día fue uno de los mas felices de mi vida por sentirme parte de eso, de su historia. Aunque ese rato fue uno de los más tristes. Y eso tampoco lo voy a poder olvidar.
Por eso amigos, Franck e Iris, les quería dedicar estas poquitas líneas en una melancólica y fría noche marplatense: “El invierno en Mar del Plata” diría el flaco de Úbeda.
Siguen siendo mi mejor ejemplo. Sigo sorprendiéndome, como les dije innumerable cantidad de veces, el haberme ganado su amistad. Sigo pensando lo mismo que les dije en esas líneas que escribí para su casamiento. Me dieron otra perspectiva de las cosas. Me dieron el ejemplo de que se puede. De que las cosas salen. Me enseñaron que el amor es de a dos y cuando uno no quiere dos no pueden.
Hace un rato escuchaba una canción que decía “Mayo vendrá con flores, Junio con nuevos colores…”. Realmente es así, realmente lo espero. Estoy dispuesta no solo a aceptar esos nuevos colores sino a ponerme el sombrero de papel de diario y pintarlo yo. Puede ser un mes de muchos cambios, de muchos pasos, puede ser el comienzo de que las cosas pasan.
Feliz viaje chicos! Están escribiendo unas páginas que no se borrarán ni con todo el viento del desierto del Sahara. Porque no lo escriben sobre papeles que se tiran, ni arenas que se borran, ni paredes que se pintan, lo hacen en sus recuerdos, en sus vidas y en las nuestras. Son dos locos de mierda que se fueron a Estados Unidos en una combi, pero creo que esta relación de amistad funciona porque nosotros, desde tan lejos, somos unos locos de mierda que sentimos cada foto, cada relato, como si fuera nuestro viaje. Y si eso no nos hace mas unidos entonces de esto debo entender mucho menos de lo que pienso. “Faites l’amour, pas la guerre.”
PD. Para los que quieran saber la historias de viaje de mis amigos: pueden entrar hacer click AQUI o ir al logo que está en la columna de la derecha.
PD1. Para mis amigos: Lo del chocolate lo dije en serio, YO QUIERO.
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